¿Qué hará AMLO con su arrollador triunfo?

September 4, 2018

Héctor A. Rivera explica qué podemos esperar de un reformador en México.

MILLONES DE mexicanos acudieron a las urnas a principios de julio para expresar su rechazo al estatus quo mexicano y su esperanza por un futuro mejor, eligiendo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por un margen aplastante.

La rotunda victoria de AMLO es un claro rechazo del programa de austeridad y represión promovido por los partidos que han dominado durante la era del neoliberalismo. Sin embargo, duros desafíos para la clase obrera mexicana todavía yacen por delante.

¿Cómo las élites empresariales y políticas del país contrarrestarán las propuestas de cambio de AMLO? ¿Y qué va a hacer AMLO? ¿Qué efecto tendrá en su agenda presidencial su viraje hacia la derecha y su compromiso declarado a mantener el neoliberalismo?

AMLO obtuvo el 53,2 por ciento de los votos. El candidato que le siguió más cerca, Ricardo Anaya, líder del derechista Partido Acción Nacional (PAN), recibió el 22,3 por ciento. El deslucido candidato tecnocrático que representó al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade, obtuvo sólo 16,4 por ciento de la votación.

Andrés Manuel López Obrador (center) celebrates victory

El día después de los comicios, los titulares de los periódicos mexicanos describieron la elección con palabras como “aplastante”, “arrasador” y “diluvio”. AMLO y su partido político, el recién creado Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), no sólo ganaron la presidencia, sino además obtuvieron claras mayorías en ambas cámaras del Congreso.

MORENA también ganó en cinco de los nueve estados que celebraron elección de gobernadores, incluyendo Veracruz, Morelos, Chiapas y Tabasco, y la joya de la corona, la Ciudad de México, que será dirigida por una mujer, Claudia Sheinbaum, por primera vez en su historia.

La victoria de AMLO es también una derrota aplastante para el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el viejo partido de AMLO, que decidió alinearse con el PAN y el PRI en 2012 votando por una serie de devastadoras medidas neoliberales esbozadas en el “Pacto por México”, que fue firmado por los tres partidos del régimen al comienzo del reinado del saliente presidente Enrique Peña Nieto.

Después de los comicios, todos estos partidos entraron en crisis: El PRI está pensando en cambiar de nombre, el PAN está inmerso en luchas internas, y el PRD, el previamente partido centroizquierdista, podría perder su registro como partido político a nivel nacional.


A PESAR del claro mandato de AMLO en todos los niveles de gobierno, no es claro si él y su partido derogarán las políticas implementadas bajo el Pacto por México, incluyendo los recortes de impuestos para los ricos, la privatización en sectores públicos como la electricidad, el petróleo y el agua, la draconiana reforma a la educación y las obsequiosas concesiones para las corporaciones mineras.

MORENA, un partido muy amplio, atrajo a muchas figuras de los movimientos sociales mexicanos que han estado asociados con la resistencia al estatus quo.

Por ejemplo, los presos políticos Nestora Salgado y José Manuel Mireles, encarcelados por el régimen del PRI por organizar movimientos de autodefensa contra el crimen organizado y la policía en los estados de Guerrero y Michoacán, fueron elegidos como senadores del gobierno entrante.

Los partidarios de izquierda de AMLO citan estas candidaturas como evidencia de que su gobierno será abierto y responsable ante los movimientos sociales. Sin embargo, MORENA también suavizó su retórica izquierdista en el período previo a las elecciones. Las llamadas a llevar a la “mafia del poder” ante la justicia fueron sustituidas por conversaciones de reconciliación y amnistía.

Dos días después de las elecciones, AMLO dio una rueda de prensa en la que reveló algunos de sus cambios iniciales de política.

Por un lado, no usará el escandalosamente caro avión presidencial y dice que viajará en avión comercial. AMLO no vivirá en la mansión presidencial de Los Pinos y seguirá viviendo en su pequeño apartamento. Había dicho que despediría al equipo de seguridad presidencial, pero después de algunas presiones por parte del establecimiento, accedió a mantener un pequeño séquito.

Se trata de pequeños cambios, en su mayoría simbólicos, pero AMLO también discutió una agenda más ambiciosa. Algunas de estas medidas son progresistas: por ejemplo, quiere disolver la policía secreta y reducir los salarios de los políticos y de los altos funcionarios de gobierno.

Sin embargo, las propuestas de reforma más sustanciales de AMLO son muy vagas. Por ejemplo, sostiene que su lucha contra la corrupción va a liberar importantes recursos financieros para ser reinvertidos en el sector público, pero eso está por verse.

Su plan para zonas económicas especiales en los estados del sur de México también es vago y se parece a las zonas de libre comercio a lo largo de la frontera con Estados Unidos que explotan a los trabajadores mexicanos para el beneficio de las corporaciones estadounidenses.

De hecho, el compromiso de AMLO con el neoliberalismo es una de las pocas constantes de su programa. Su equipo político está integrado por tecnócratas de gobiernos anteriores del PRI y el PAN. Alfonso Romo, un capitalista de Monterrey ayudando a dar forma a su programa económico, aseguró en una entrevista para la revista Forbes que “México será un paraíso para los inversionistas”.


EN JULIO, AMLO recibió a una delegación de Estados Unidos encabezada por el Secretario de Estado Mike Pompeo, la Secretaria de Seguridad Doméstica Kirstjen Nielsen, el Secretario del Tesoro Steven Mnuchin y Jared Kushner, el parásito de la Casa Blanca.

Ostensiblemente, el objetivo de la reunión era “reajustar” las relaciones con México, que se han visto muy tensas por los llamamientos absurdos de Trump para que México pague por un muro fronterizo.

A diferencia de las anteriores administraciones presidenciales que llegaron al poder gracias al fraude electoral, AMLO tiene un mandato claro del pueblo, lo que puede usar para resistir las presiones.

Sin embargo, claramente el gobierno de Estados Unidos quiere que México desempeñe un papel más activo de reforzar su frontera sur con Centroamérica y acceda a sus demandas en torno al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Por ahora, AMLO está en su fase de luna de miel, incluso recibiendo un tratamiento semi respetuoso de Donald Trump. Pero muy pronto, él y su gobierno se verán sometidos a mucha presión para cumplir con las demandas de todos los bandos: la clase obrera mexicana, la clase dominante mexicana y la élite política y empresarial de Estados Unidos.

La clase dominante y el establecimiento estadounidense podrán montar una presión más organizada. La izquierda radical tendrá que organizarse para enarbolar el urgente grito por el cambio representado en las elecciones, y para que no sea silenciado. AMLO y su gobierno deben rendir cuentas de las reformas que han prometido.

Será importante seguir la lucha de los campesinos de San Salvador Atenco contra la construcción de un nuevo aeropuerto internacional en las afueras de la Ciudad de México. Este caso será una prueba de fuego para el gobierno de AMLO, y dará a la izquierda una indicación de lo que puede esperar de MORENA.

Traducido por Lance Selfa

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